Innovación tecnológica criminal
08 de junio 2022
Los cibercriminales están en constante innovación: si bien el progreso tecnológico ha conllevado avances importantes para la civilización, lo cierto es que también ha supuesto un sensible aumento de la superficie de ataque para los delincuentes. Además, innovar sin criterio legal ni ético permite explotar vulnerabilidades y diseñar engaños con el objetivo de confundir tanto a humanos como a herramientas mediante técnicas de ingeniería social o simulación de comportamiento. Es en este contexto donde surge el “Crime-as-a-Service” como entorno de intercambio de servicios (ciber)criminales, que se ha demostrado altamente rentable.
Identificamos cuatro dimensiones desde las que podemos analizar las principales innovaciones criminales conocidas en la actualidad: el aprovechamiento de avances tecnológicos –utilización de impresoras 3D para replicar llaves en menos tiempo, por ejemplo–, la potenciación de los mercados del crimen organizado –entre los que encontramos los criptomercados o la mejora en los métodos de producción y transporte de drogas–, la optimización de ataques terroristas –manejo de drones para la carga de explosivos y comisión de atentados y ataques, entre otros–, y, por último, el hackeo de la mente –encontrando técnicas como el phishing, el vishing, el empleo de deepfakes o el uso de redes sociales con fines de reclutamiento–. Además, los avances en ámbitos como la computación cuántica o la NGB (Next Generation Bioprinting) podrían generar un importante salto cualitativo en la innovación tecnológica criminal, con modus operandi altamente sofisticados y por ahora desconocidos.
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