Apreciación de las condiciones de seguridad en Colombia
24 de mayo 2022
Colombia vive un momento de transición en el cual no se ha logrado superar del todo el conflicto armado, enfrentándose a su reconfiguración y a otros efectos derivados del deterioro de las condiciones de seguridad ciudadana.
Tras la firma del Acuerdo de Paz, los avances no son lo que se esperaba. En varias regiones del país el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha ganado territorio —al igual que las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y grupos delictivos como el Clan del Golfo— y el Estado no logra reaccionar para dar protección a la población. La gobernanza de la seguridad a nivel local es muy débil y esto lo aprovechan los grupos con intereses ilegales diversos, dispersos, sin liderazgos claros y sin muchas posibilidades de unificación.
En materia de control territorial, si bien ha habido avances en las capturas y reducción de las áreas de coca cultivadas, hoy la producción es más eficiente y se mantienen en los niveles más altos registrados. Por tercer año consecutivo se presenta una reducción del área sembrada con coca, su producción sigue en la parte más alta de la serie histórica. Durante los últimos cinco años, los cultivos se han concentrado en zonas de frontera y en áreas geoestratégicas para el tráfico de cocaína. Esta precariedad en el control territorial, así como la dispersión y variedad de facciones de grupos ilegales, permite esperar que continúe un conflicto de baja intensidad sostenido en el tiempo.
Los homicidios, los asesinatos contra líderes y el uso de armas de fuego están incrementándose a nivel rural y urbano por primera vez en los últimos años con múltiples explicaciones agravadas por la pandemia. Los delitos de extorsión y hurto a personas continúan aumentando, mientras la percepción de seguridad ciudadana es negativa.
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