La nueva gobernanza criminal en América Latina
18 de agosto 2022
La gobernanza criminal en América Latina realiza funciones propias del Estado en extensas áreas geográficas, como ofrecer seguridad o dotar suministros básicos.
En América Latina han existido amplias zonas controladas por el crimen organizado con un nivel de poder y legitimidad que han permitido una auténtica gobernanza criminal.
No siempre se trata de regiones alejadas de los centros de poder y las grandes urbes, sino que en ocasiones también se puede dar en zonas de frontera donde resulta complicado ejercer un control social de dicho territorio.
Durante décadas, estos grupos criminales se han enfrentado a los gobiernos y han buscado derrotarlos con la lucha subversiva armada, con el objetivo de obtener el poder político nacional.
En otros casos, se han instalado grupos de bandoleros que actúan mediante el robo o la extorsión de la población local.
Ello hace que sea difícil de suponer que en estos territorios haya sido el Estado quien ha tenido el monopolio de la fuerza y que las leyes vigentes son las que han regulado la vida social en la región.
Así, la gobernanza criminal se caracteriza por diferentes dimensiones: en primer lugar, el grupo criminal tiene una presencia permanente en su territorio, por lo que su presencia no es transitoria; además, la organización debe constar de una estructura jerárquica y una división de funciones; de esta manera, el grupo criminal sustituye y cumple buena parte de las funciones del Estado, ofreciendo seguridad, prestando servicios o castigando a los infractores; en cuarto lugar, la organización usa el dominio territorial y su gobernanza para garantizar la ejecución y participación en negocios ilícitos; y, por último, esta organización logra tener ante la población una legitimidad igual o mayor que la del Estado nacional.
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